FOTOGRAFÍA PUBLICITARIA.
Desde finales
del siglo XIX existen anuncios fotográficos, sin que por ello podamos afirmar
que la fotografía publicitaria exista desde tan tempranas fechas.
Podríamos,
en todo caso, manifestar que la fotografía publicitaria nace en la época de
entreguerras, en los mismos años en que nace también la fotografía propagandística.
Varias fueron las circunstancias que concurrieron en esas décadas y conformaron
el entorno idóneo para esa germinación: la aceptación que, por parte del público, estaba obteniendo el nuevo medio; el crecimiento de la publicidad como
instrumento esencial para las economías modernas, y la autonomía que alcanza la fotografía con respecto a la pintura, están entre ellas.
EVOLUCIÓN.
Convertir
un objeto en encantador, mágico o soberbio es la propuesta de la
mayor parte de los grandes fotógrafos publicitarios de los años treinta.
Los fotogramas de Man Ray, para la Compañía Eléctrica de París,
proporcionan a los objetos (una plancha, una bombilla, un ventilador) una
cualidad casi sobrenatural. El anuncio de Maurice Tabard para Christofe tiene toda la sofisticación
de los años veinte, mientras que el español Català Pic proporciona
imágenes muy sugestivas para chocolates, medicinas o básculas. Pero todo esto
no consigue separar la fotografía publicitaria de la Nueva Visión y de la Nueva
Objetividad que marcaron a los fotógrafos de los años treinta. Es más, a duras penas,
podemos separar la fotografía comercial de aquella otra cuyos intereses son exclusivamente estéticos: El tenedor
de Kertész fue utilizado a posteriori en un anuncio tras haber causado una
cierta polémica en la exposición del primer Salón de los Independientes;
Radiadores de Masana tiene todo el regusto de una imagen publicitaria, aunque
nunca lo fuese. En los años cincuenta (y buena parte de los sesenta) en
España el fotógrafo
publicitario por excelencia fue Ramón Batllés, pero sus anuncios consistían en retratos en la línea del retrato
glamour, con una imagen del producto “pegada” ala de la modelo. No es hasta los
años setenta cuando la fotografía se apodera plenamente de la imagen publicitaria.
Creo, pues, que nuestra búsqueda no debe remontarse mucho más allá de esa
década. El hecho de que a lo largo de los años sesenta la fotografía se encargó
no tanto de sustituir como de arrinconar a la ilustración no es ajena a la
circunstancia de que en esa década la autoridad mediática de la televisión
se vuelve despótica.
“UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS”
Está
comprobado que una imagen vale más que mil palabras y eso los publicistas los saben.
Por eso cada vez más utilizan campañas de publicidad breve, concisa y
sobre todo muy creativo. La fotografía se ha utilizado para inspirar e Influir
opiniones políticas o sociales
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